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Síndrome del gato volador un problema peligroso y común en Chile

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La veterinaria chilena Cecilia Bravo Brach ha tenido bajo su responsabilidad numerosos casos de gatos que cayeron desde las alturas motivados por la curiosidad o la ingenuidad. Explica que en Santiago es común saber de animales lesionados por el síndrome del gato volador, por lo que advierte sobre esta conducta y las medidas a tomar para evitar accidentes.

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¿Qué es el síndrome del gato volador?

En líneas generales, el síndrome del gato volador del gato paracaidista se refiere a caídas desde superficies de gran altura. Hablamos aquí de balcones, ventanas o terrazas, entre otros. Es inherente al comportamiento felino desplazarse por lugares elevados, que les permita encontrar una vista amplia o privilegiada de su entorno.

Los especialistas, como la doctora Bravo Brach, advierten que este tipo de accidentes es más común en gatos jóvenes no esterilizados. En primer lugar las feromonas que perciben y que estimulan su conducta sexual, pueden impulsarlos a escapar de casa, sin medir las consecuencias de una caída.

En segundo lugar, especialistas como Rubio de Francia explican que la ingenuidad del gato joven también contribuye a los accidentes asociados al síndrome del gato volador. Por lo general estas mascotas no han desarrollado la capacidad para registrar la verdadera altura a la cual se encuentran, desconociendo el peligro.

Más allá de los estímulos sexuales, también hay un factor digno de considerar: la curiosidad propia de los gatos. La aparición de un pájaro o un insecto puede ser distracción suficiente para que el minino cometa la imprudencia de saltar al vacío, por lo que es recomendable que los tutores de mascotas tomen medidas preventivas y garanticen la seguridad de sus animales.

¿Qué hacer en caso de politraumatismos?

Ante una caída, es imperioso que el propietario de la mascota acuda con ella a la urgencia veterinaria. No importa que el gato luzca bien en apariencia o que se desestime la gravedad del caso debido a la altura, podrían haber lesiones internas que deben atenderse.

Luego de que ocurren este tipo de accidentes, el paciente debe ser sometido a dos fases de valoración: una evaluación primaria en la que el especialista estabiliza al gato, maneja el dolor y evalúa sus sistemas respiratorio y cardiovascular. La evaluación secundaria comprende la valoración neurológica, así como la revisión de su sistema músculo esquelético.

Tratándose del síndrome del gato volador, los estudios demuestran que las fracturas y luxaciones articulares están presentes en el 39% de los casos atendidos. Como explica la doctora Bravo Brach, podría haber otro tipo de lesiones asociadas a las caídas, como heridas en patas delanteras y garras, causadas por el reflejo del gato de buscar asidero durante “el vuelo”.

Las fracturas más comunes que se presentan como consecuencia de una caída, son las de cadera, lesión en los miembros posteriores o anteriores y situaciones más complejas, en las que se comprometen las superficies articulares múltiples, lesiones en el fémur o en la mandíbula.

Algunas fracturas pueden tratarse simplemente mediante la inmovilización externa y otras requieren de cirugía. En ambos casos, se sugiere:

  • Identificación, reconocimiento y corrección ortopédica.
  • Someter al paciente a una fase de rehabilitación y cuidados post-quirúrgicos.
  • Recurrir a ciertas técnicas de fisioterapia para controlar el dolor, la inflamación y mejorar la movilidad de la zona afectada. Este método puede acompañarse de crioterapia, una estrategia sencilla y eficaz para controlar la inflamación aguda.

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Pelusa, un caso de éxito

Una gatita persa de 9 meses de edad fue llevada de urgencia tras caer de un tercer piso. El paciente estaba inmóvil e inapetente, por lo que fue necesario llevar a cabo una evaluación exhaustiva para medir las consecuencias del accidente.

Debido a las condiciones anatómicas propias de su raza, Pelusa es una gata de extremidades cortas y torso ancho, lo cual no solo hizo más difícil la corrección ortopédica, también su recuperación.

La mascota fue diagnosticada con fractura  de la diáfisis próximal bilateral cubital y luxación articular de codo bilateral.

La gatita fue sometida a tres cirugías, lo cual no solo dificultó el proceso de cicatrización, también hizo más lenta su recuperación. Finalmente, la solución al caso de Pelusa fue el uso del clavo intramedular y la banda de tensión bilateral, lo cual permitió una mejor alineación de las estructuras.

Tras 29 días, la paciente fue dada de alta con éxito, con una explícita prohibición de realizar movimientos de alto impacto en sus articulaciones.

A veces no basta con caer de pie

Es cierto que instintivamente los perros y los gatos cuentan con un reflejo de enderezamiento que les permite reaccionar de forma rápida a las caídas. En los felinos este instinto está mucho más desarrollado y comienza a manifestarse desde el día 24 de edad, pero no es sino hasta el día 40 que el animal está en condiciones de responder adecuadamente a una caída.

Aunque parezca contradictorio, los especialistas explican que las caídas de poca altura pueden ser más riesgosas en los gatos que aquellas en las que el vuelo es mayor, ya que esto le permite a la mascota adoptar la posición adecuada para caer sin riesgos de lesiones severas.

Prevenir las caídas es posible

En Chile, donde numerosos gatos viven en departamentos y muchos de ellos están a gran altura con respecto al suelo, se recomienda principalmente la instalación de mallas de seguridad. Esta medida preventiva no solo está recomendada para mascotas, también para niños.

Otras medidas a considerar, para evitar ser víctima de las consecuencias del síndrome del gato volador, son:

  • Esterilizar el gato a temprana edad para evitar que desarrolle un comportamiento sexual que estimule el deseo de escapar o explorar.
  • Impedir el acceso de la mascota a ventanas, balcones o terrazas, en caso de no estar debidamente protegidas.
  • Estimular el juego para evitar el aburrimiento. Las torres de gatos, así como los túneles y otros juguetes, serán de gran utilidad para que la mascota joven libere su energía.

Dedica también tiempo a jugar con tu querendón.

 

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